He tenido la oportunidad de visitar muchos países. He tocado desde un pequeño pueblo en Kazajastán haasta las grandes capitales del mundo como París, Londres o Madrid.
El tocal esos lugares me ha hecho un ser más tolerante. Lo veo así porque cada vez que pisas una tierra que no es la tuya, te das cuenta que la gente aún cuando tiene diferente prácticas culturales, otros idiomas, diferentes maneras de vestir, al final todos somos seres humanos quienes compartimos valores y principios que nos identifican y acercan.
Esa experiencia de ver más allá del color de la piel o de la clase social a la cual perteneces cualquier individuo, trato de enfocarme en lo que recibo de la persona que no es material sino una cuestión espiritual.
Y es que cuestiones como el respeto, el amor, la paciencia, y otros valores no son exclusivos de un determinado grupo de personas sino de la mayoría de nostros que nos ocupamos de nosotros mismos y de los otros, o sea de aquellos que son diferentes en el exterior pero muy parecidos en el interior.
De no ser por los viajes, creo que mi visión del mundo sería muy distinta, tal vez muy egoísta, pues todo mis juicios serían fruto de lo que hubíera leído y visto por lo medios pero nunca en carne propia como lo he hecho y lo seguiré haciendo.
Te invito a que salgas de tu zona de cónfort, de esa zona en la que buscamos solamente covivir con aquellos que tienen nuestras ideas y criticamos a los que no coinciden con nostros. Viajar, es una forma de romper con esa zona de cónfort y descubir el valor de la otredad.
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