Voy a otro país
y la primera pregunta que quiero y debo hacerme es: ¿deseo integrarme a la cultura
a la que me recibe?
La
respuesta tiene tres ángulos: puede ser sí, puede ser no, o creo que en este
caso, puede haber un tono gris, o sea me medio quiero integrar.
Aún cuando
la elección en muchas ocasiones puede ser no consciente, cuando analizamos
nuestro comportamiento e identificamos nuestras actividades diarias podemos identificar
en donde estamos.
Es decir,
si realmente la cultura a la que llegamos nos llena de tal forma que decidimos
hacer lo necesario para integrarnos: aprendemos el idioma, interactuamos con
personas locales, comemos la comida local, respetamos las reglas y costumbres
locales entre otras cosas.
Y bueno lo
contrario, puede de igual manera suceder, en otras palabras tomar la actitud de
aunque estoy en otro país sigo con las prácticas que me enseñaron en mi país de
origen y aún cuando no deseo estar en mi país de origen por alguna u otra razón
mi nivel de integración en el nuevo país es mínima pues sigo hablando mi
idioma, buscando mi comida e interactuando con personas que comparten mi misma
cultura.
La línea está
pintada, es simplemente decidir si estás o no dispuesto a integrarte a una
sociedad que te recibe.
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