Creo en el
juego como un herramienta poderosa para educar.
Pregunto a
muchos estudiantes hoy niños y jóvenes sobre lo que les justa hacer en su
tiempo libre y la respuesta se repite en varios grupos independientemente de su
edad.
Ellos coinciden
en que pasan una gran parte del tiempo en jugando, especialmente con juegos de
video.
Es curioso
pues cuando los niños son pequeños los impulsamos a jugar y jugar. Escuchar sus
risas y ver sus movimientos cuando están en los parques llenan nuestros corazones
sin embargo en la medida que ellos crecen también crecen las restricciones para
que ellos jueguen.
En muchas de
las escuelas, por ejemplo, el tiempo de recreo que tienen los niños es limitado
y tiene que ser dividido para tanto comer como jugar.
Después de
la escuela, muchos niños tomarán clases extracurriculares o irán a sus casas a
hacer sus tareas, lo cual es implica un menor tiempo para jugar. En el salón de
clase poco jugamos, pareciera que el juego no es un elemento permitido en este
ambiente y la disciplina se confunde con rigidez.
Es cierto
que no se encuentran juegos a la vuelta de la esquina que permitan entretener
al tiempo que el individuo aprende sin embargo creo que este es un punto que se
debe explorar más por quienes hacen investigación y quienes aplican esas
investigaciones en los salones de clase.
Es pues,
tiempo de jugar para educar.
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