Podemos enfocarnos en dos aspectos: El primero trata de encauzar nuestras fortalezas; mientras el segundo girar alrededor de encarar aquello que nos hace falta.
Por un lado,
el desarrollar nuestras fortalezas nos permite conocernos pues sabremos de lo
que somos capaces. Este desarrollo implica trabajar constantemente en algunos
aspectos como conocimiento de uno mismo, control de la ira y las pasiones,
búsqueda de armonía en nuestro interior y, fortalecimiento de la disciplina.
Sin embargo, tradicionalmente hemos sido entrenados para pensar que lo exterior
es más fuerte a lo interior y motivo por el cual hemos sido lentos para dar los
pasos y movernos a un sitio de control de la situación y no de dependencia.
Por otro
lado, el depender de las fuerzas exteriores para determinar nuestras acciones
nos deja en una posición de desventaja pues reconocemos la existencia de algo
más fuerte que nuestra voluntad para lograr nuestros fines. Es pues que muchos
hemos culpado a la economía, a nuestros padres, al clima y a una lista muy larga
de nuestros infortunios y falta de resultados.
Una vez
discutidas las dos posiciones, sería interesante hacer experimentos en donde,
por ejemplo, a una persona quien se ha quejado por la mala economía de un país
como motivo por el cual no haya desarrollado su negocio, se moviera a un país con
una situación económica mejor siguiendo las mismas prácticas empresariales de
siempre. Posiblemente más de una persona ya está pensando en esta opción, pero
el simple hecho de moverse a otra posición es pasar de la lucha exterior a la
interior.
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