Cuando él era muy joven y asistía a la universidad, una de las características con la que la gente le ubicaba, era el ser mamón. Sí, para la gente a su alrededor, el se comportaba como un ser superior.
Para muchos esa era la imagen que tenían de él, incluso su madre se burlaba de él. Ella le llamaba Salomón en referencia al rey porque él todo lo sabía y eso daba entender que tenía la respuesta a cualquier problema.
Desafortunadamente, su sabiduría y creencia en su ser se fueron poco a poco desvaneciendo. De tener el control de las situaciones, las situaciones empezaron a controlarle y empezó a dejar de creer en si mismo.
Dejó que los demás tomaran control de su ser, de sus acciones y poco a poco cayó hasta creer que cada acción que tomaba no era la correcta.
Pasó del “me vale madres” al “tengo que escuchar lo que todos dicen” para incorporarme a su vida a su sociedad, en otras palabras. para ser aceptado.
Y no es que no fuera aceptado anteriormente, simplemente él quería complacer a todos y no a los pocos que complacía anteriormente.
Se fue por la cantidad. Pensó que, a mayor número, tendría una mayor respuesta, que se sentiría mejor. Triste desilusión.
Después de años ha visto que la medicina resultó más cara que la enfermedad y que haber perdido control de su identidad, le ha llevado a relajar intereses y a limitar su desarrollo.
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